La gobernabilidad es el conjunto de instituciones y
tradiciones que determinan cómo se ejerce el poder en un país, también es la
capacidad de las instituciones públicas para hacer frente a los desafíos que
enfrentan. El Banco Mundial define la gobernabilidad como un estilo de gobierno
que se caracteriza por una mayor cooperación entre el Estado y los actores no
estatales.
La actividad económica es uno de los factores más
importantes que determinan la estabilidad de la gobernabilidad, junto con la
productividad y las estrategias políticas que fomenten el desarrollo
tecnológico y económico de las instituciones del sector público y privado.
En otras palabras, una economía estable y en crecimiento
puede contribuir a la estabilidad política y social de un país, mientras que
una economía inestable puede tener efectos negativos en la gobernabilidad, como
la recesión económica, la inestabilidad social y la repercusión política.
Algunos elementos fundamentales de la buena gobernanza son:
Transparencia
Integridad
Legalidad
Políticas sólidas
Participación
Rendición de cuentas
Capacidad de respuesta
Ausencia de corrupción y delitos
La gobernabilidad democrática es el medio institucional para
formalizar que los ciudadanos ejerzan el control democrático sobre las
autoridades del Estado. La gobernanza busca potenciar el relacionamiento entre
actores públicos y privados, los grupos de interés, la sociedad civil
organizada y los ciudadanos.
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